"CUANDO TENÍA LA REGLA NO PODÍA ENTRAR EN CASA. ERA IMPURA"
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"Creo que ha sido por una
cosa que me pasa, una cosa de mujeres", dijo la tenista Heather Watson
tras ser eliminada del Open de Australia. Y así, se abrió el debate sobre la
pertinencia de hablar de la menstruación, una situación tan natural como tabú
en algunos contextos o sociedades.
No es usual que una mujer, menos
una deportista, haga este tipo de comentarios públicos sobre algo tan natural y
normal como la regla. Watson añadió que su calendario menstrual había coincido
con la cita deportiva, lo que le había impedido estar al cien por ciento de su
capacidad.
Y es que es natural que esto
suceda, pues es un hecho que, además, afecta al desempeño femenino en su vida
cotidiana, según el American Congress of Obstetricians and Gynecologists. Lo
que se conoce como el síndrome premenstrual, comienza durante la segunda mitad
del ciclo y desaparece al cabo de cuatro días del inicio del sangrado, y
tiene efectos tanto emocionales
(depresión, inestabilidad, ansiedad, insomnio y falta de concentración, entre
otros), como fisiológicos (hinchazón estomacal, dolores generalizados y
abdominales, agotamiento o síntomas gastrointestinales).
Dejando a un lado las canchas de
tenis occidentales, el estigma de la regla se convierte en un auténtico
infierno para muchas mujeres en sociedades donde todavía persisten creencias
erróneas y mitos sobre el ciclo menstrual. "Muchas mujeres en la India son
consideradas impuras durante la menstruación y son discriminadas. No pueden
participar en reuniones familiares o tocar una jarra de agua”, asegura Archana Patkar,
experta del Consejo de Suministro de Agua y Saneamiento Colaborativo (WSSCC, por sus siglas en inglés),dependiente
de Naciones Unidas.
“Estaba en un festival cuando
tuve mi primera regla. Mi madre, junto a una amiga, me llevó a casa y me duchó
en el cobertizo de nuestra vivienda. Ya no podía entrar en casa, era impura. Me
dijeron que, hasta que se me pasara, tenía que dormir en una cabaña. Mi madre
me traía ropa y comida a diario”. Este es uno de los testimonios que recoge en
su página web la Fundación Vicente Ferrer, una ONG española que desempeña su
labor en el país asiático y que organiza talleres en los que enseñan a las
mujeres a fabricar toallas higiénicas de bajo costo, debido a su elevado precio
en el mercado.
De ahí que solo el 12% de las
mujeres en la India (de un total de 355 millones, según cifras del censo) las
empleen, según una investigación del gobierno del país. El 88% restante
utilizan paños o trozos de tela que deben limpiar y secar bajo unas condiciones
de higiene precarias, lo que las expone a padecer infecciones urinarias y
vaginales.
La falta de información al
respecto es otro de los elementos que imposibilitan a las mujeres de la India
un desempeño normal de la vida mientras tienen la menstruación. El WSSCC,
integrado por 21 países de África y Asia, estima que 200 millones de niñas y
mujeres no obtienen información adecuada sobre higiene en relación con el
periodo y que únicamente el 1,6% de ellas hace una vida normal durante el
sangrado. La investigación realizada por este ente también reveló que solo el
30,2 % de estas sabía qué era la menstruación antes de tenerla por primera vez
y que más del 80% considera que la sangre durante ese periodo es algo sucio.
Una de las consecuencias más
preocupantes de esta situación de desconocimiento y demonización de la regla es
que una cuarta parte de las niñas en la India abandona la escuela una vez tiene
su primer periodo, indica Naciones Unidas. La falta de instalaciones higiénicas
en los colegios, como inodoros o letrinas, junto con la vergüenza que esta
situación suscita en las pequeñas, las hacen renunciar a sus estudios a edades
muy tempranas.
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